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Cómo combinar diferentes productos de ahorro para la jubilación

La gama de productos de ahorro es muy amplia y es interesante establecer un orden de prelación a la hora de diversificar entre ellos

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Cómo combinar diferentes productos de ahorro para la jubilación

© Ruslan Grumble - www.shutterstock.com/es

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Una vez asumida, o al menos detectada, la necesidad de tomarse en serio la tarea de planificar la futura jubilación en detalle (España envejece: la importancia del ahorro personal) y ponerse a la tarea de materializar ese ahorro, se pasa a la fase de dar forma a ese objetivo y seleccionar en qué vehículos de ahorro se va a confiar para tal fin.

La variedad de productos de ahorro para la jubilación es, para ventaja de los ahorradores, muy extensa. Diferentes tipos de vehículos de ahorro con sus propias peculiaridades y, dentro de un tipo concreto de vehículo, una amplia gama diferenciada por matices como el perfil de riesgo al que van dirigidos.

Sin embargo, dadas las peculiaridades, como liquidez o límites fiscales a la inversión y desgravación, podríamos establecer un orden de prelación entre productos que podría aplicar a un ahorrador medio para sacar el mayor partido posible de cada uno de ellos.

Como en todo aspecto relacionado con la inversión y el ahorro, no existe una verdad absoluta ni una recomendación universal. Cada ahorrador debe valorar su situación personal y, lo más importante, contrastarla con una fuente o asesor de referencia.

1. Planes de Pensiones y Planes de Previsión Asegurados

Son productos que guardan muchas similitudes. Consiste en vehículos de ahorro previsional a largo plazo cuyo principal fin es el de generar un ahorro complementario para la jubilación, que podrá ser percibido en forma de capital, en forma de renta o de forma mixta, es decir, como combinación de los dos anteriores. (¿En qué se diferencia un plan de previsión asegurado de un plan de pensiones?).

La principal diferencia entre ambos es que mientras el plan de pensiones se materializa en un fondo de pensiones, el plan de previsión asegurado lo hace en un contrato de seguro.

Uno de los principales atractivos de estos productos es que las aportaciones están fiscalmente incentivadas, por lo que los partícipes podrán desgravarse un máximo de 8.000 euros anuales, que a su vez es el límite de aportación.

Este límite aplica de manera conjunta a planes de pensiones y planes de previsión asegurados, por lo que la suma de aportaciones a ambos productos no podrá exceder esos 8.000 euros anuales.

Por tanto, considerando siempre que se trata de un ahorro que no vamos a necesitar en el corto plazo y que tenemos otras rentas de las que nos podemos desgravar, un primer escalón en la cartera de productos de ahorro para la jubilación puede estar constituido por estos dos vehículos.

2. Plan Individual de Ahorro Sistemático (PIAS)

El PIAS es un vehículo de ahorro previsional a largo plazo que permite la constitución de una renta vitalicia asegurada que podrá servir de ingresos complementarios a la pensión pública de la Seguridad Social. El capital que generará la futura renta vitalicia quedará constituido a través de aportaciones periódicas en forma de primas. (PIAS: Una alternativa de ahorro para la jubilación con ventajas fiscales).

El PIAS es un producto que no tiene el incentivo fiscal en el momento de la aportación que tienen los dos anteriores. Sin embargo, tiene un tratamiento fiscal muy favorable en el momento del cobro de la renta vitalicia siempre que hayan pasado un mínimo de 5 años desde el momento de su constitución, que pueden llevar al beneficiario a eximir de tributación hasta un 92% de la renta percibida en función de la edad.

El límite de aportación al PIAS es de 8.000 euros anuales y de 240.000 euros como límite global del producto. Lo interesante es que estos límites son independientes de los de planes de pensiones y planes de previsión asegurados, por lo que supone un interesante segundo escalón para aquellos que agotan el límite de los dos primeros.

3. Fondos de inversión

Los fondos de inversión son uno de los productos de ahorro colectivo que gozan de mayor popularidad entre los ahorradores. No están específicamente diseñados para el ahorro para la jubilación, por lo que no están incentivados fiscalmente, pero atesoran características que los convierten en una interesante alternativa:

  • No existen límites a las aportaciones.
  • Su liquidez es prácticamente inmediata, salvo en algunos tipos de fondos garantizados, que podrían tener restricciones de liquidez o bien permitirla pero sin que aplique la garantía.
  • Los traspasos entre fondos de inversión están fiscalmente exentos, generándose solo una obligación fiscal en el momento del rescate.
  • Es posible realizar aportaciones periódicas además de las puntuales.
  • Existe una amplia gama de productos que abarcan todo tipo de ámbito geográfico, perfil de riesgo y demás matices de inversión.

Los fondos, por tanto, suponen un interesante tercer escalón para aquellos que tienen intención de mantener liquidez y flexibilidad en una parte de su ahorro.

4. Inversión directa

La inversión en acciones no podrá nunca ser el eje principal sobre el que gira el ahorro para la jubilación de una persona, muy especialmente si se encuentra cerca de su jubilación. Esto es así porque son activos de alta volatilidad (y por tanto elevado riesgo) y la jubilación es un objetivo lo suficientemente importante como para no someterlo a riesgos innecesarios.

Sí que pueden existir excepciones y siempre que se trate de diversificar una cartera en diferentes productos y que se le asigne a la inversión directa un peso adecuado a las circunstancias de cada persona.

Una persona con una alta capacidad de ahorro, que ha agotado los límites de aportación de otros productos y que se encuentra temporalmente alejado de su jubilación, podría posicionar parte de su ahorro en, por ejemplo, acciones de grandes compañías (normalmente menos volátiles) que ofrecen una interesante rentabilidad vía dividendo.

El balance en largos plazos tiende a ser positivo, pues es en el horizonte temporal en el que mejor se desenvuelven las acciones y además la rentabilidad vía dividendo suele ser muy atractiva.

5. Cuentas corrientes e inversiones a plazo fijo

En este caso ocurre lo contrario que en el anterior: Solo estaría recomendado para ahorradores que se encuentran muy próximos a la jubilación y que por tanto la disposición del ahorro es prácticamente inminente. En caso contrario, el coste de oportunidad de tener el dinero invertido a una tasa cero o prácticamente cero es muy elevado.

Es decir, una persona joven no puede permitirse no obtener una cierta rentabilidad positiva, pues simplemente el efecto de la inflación estaría dilapidando el poder adquisitivo de su ahorro.

Por último, es importante reiterar la necesidad de que cada ahorrador contraste con un especialista la idoneidad de su plan de ahorro. No hay dos planes iguales para dos personas diferentes, pues los matices son muchos: edad, perfil de riesgo, fiscalidad, necesidades de liquidez.  

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