El catarro es una infección benigna producida por distintos tipos de virus que suele provocar dolor de garganta, goteo nasal, estornudos, congestión nasal y malestar general. Estos síntomas pueden durar entre 24 y 72 horas.
Actualmente, no existe medicación concreta para tratar el catarro, sino fármacos para aplacar los principales síntomas, generalmente paracetamol e ibuprofeno (y, en algunos casos, antihistamínicos). Por tanto, lo ideal es prevenirlo de la manera más eficaz posible. ¿Y cómo se consigue?
Esta afección es muy común en primavera y otoño. Es por esto que su contagio suele achacarse a los cambios de temperatura y, sobre todo, a la exposición al frío. Pero nada más lejos de la realidad. Los resfriados y catarros se contagian a través del contacto con una persona enferma, bien sea de su saliva o de sus secreciones nasales. Un estudio reciente concluía que, en el caso de los jóvenes, el principal riesgo eran los besos con personas constipadas.
Por esta razón, la principal medida para prevenir los catarros es evitar el contacto con aquellas personas acatarradas, sobre todo en los primeros días, y una buena higiene. Más pueden hacer los enfermos para proteger a los demás que los demás por protegerse a sí mismos.
En este sentido, las personas con catarro al estornudar o toser deben taparse la boca con el antebrazo, en lugar de con la palma de la mano como se tiene costumbre. Y si se pone la mano es aconsejable lavarla muy bien con agua y jabón o con gel limpiador con base hidroalcóholica. También es preferible utilizar pañuelos de papel, que deben desecharse inmediatamente (no reutilizarlos).
Ni el zumo de naranja ni ningún otro método tradicional ha demostrado eficacia alguna en la protección frente a los catarros.
