Se llama jet lag a un conjunto de síntomas físicos y psicológicos que pueden producirse como consecuencia de atravesar, de manera rápida, múltiples zonas horarias (meridianos).
Este tipo de efecto es más frecuente con los cambios de zona horaria por encima de cinco horas y en viajes en dirección al este. El origen de este desequilibrio se encuentra en el trastorno del ritmo fisiológico circadiano y la alteración del ciclo del sueño.
El ritmo circadiano normal está influenciado por factores externos como la luz, ingesta de alimentos y secreción hormonal de melatonina, cuando estos se ven afectados de forma repentina, acaban afectando a los ciclos de sueño.
A partir de este proceso, la persona sufre algunos síntomas como fatiga, cambios en el estado de ánimo, astenia, anorexia, falta de concentración, disminución de las habilidades cognitivas o síntomas gastrointestinales.
Entre los consejos que podemos seguir para reducir los efectos están los siguientes:
- Si el viaje es inferior a 48 horas, hay que procurar mantener el ritmo del país de origen.
- Si el viaje es de mayor duración, uno o dos días previos al viaje se deberá ajustar en una o pocas horas el ciclo ingesta/vigilia/sueño al ciclo del país de destino, y seguir tras esto el ritmo local de comidas y sueño que ayude a resincronizar el ritmo biológico en el destino.
- Es recomendable ingerir más líquidos de lo habitual.
- Hay que intentar dormir bien y estar descansados antes de emprender el viaje, porque de lo contrario se tendrán más probabilidades de sufrir jet lag.
- En algunos casos, puede ser efectivo sincronizar el reloj con la hora del lugar de destino. Puede ser una forma de ir preparándose mentalmente.
- Evitar el alcohol y la cafeína antes y durante el viaje.
- Es mejor mantenerse despierto al llegar si es de día y procurar no dormir hasta la hora local de dormir.
