Las enfermedades crónicas son dolencias de larga duración y, por lo general, de progresión lenta que pueden causar mortalidad prematura y conllevan una limitación en la calidad de vida. Entre los trastornos crónicos más comunes se encuentra el asma, la artritis y la diabetes, que por sí mismas no son graves. Sin embargo, otros como el cáncer o las enfermedades cardíacas sí ponen en riesgo la vida del paciente. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades crónicas son responsables de más del 60% de la mortalidad mundial.
En España, el 45,6% de la población mayor de 16 años padece, al menos, un proceso crónico y el 22% de la población dos procesos o más, incrementándose estos porcentajes con la edad. Así, las personas entre 65 a 74 años tienen una media de 2,8 enfermedades crónicas, alcanzando un promedio de 3,23 en personas mayores de 75 años. Por otra parte, se calcula que las enfermedades crónicas son la causa del 80 % de las consultas de Atención Primaria, donde hasta el 40% de los pacientes pluripatológicos presentan tres o más enfermedades crónicas, el 94% está polimedicado y el 37% tiene deterioro cognitivo.
A pesar de que los síntomas de una enfermedad crónica pueden desaparecer con el tratamiento adecuado, la persona sigue padeciendo la enfermedad. De ahí la importancia de educar a la sociedad en el autocuidado para prevenir la aparición de la enfermedad y en la importancia de llevar hábitos de vida saludables.
La prevalencia de las enfermedades crónicas entre la población y el elevado coste en recursos humanos y materiales han sido los motivos fundamentales por los que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad trabaje, desde 2012, en la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud.
El abordaje de la cronicidad requiere fomentar el trabajo en equipos interdisciplinares, formados por profesionales de los servicios sanitarios y sociales implicados en la atención de estos pacientes, que garanticen la continuidad de los cuidados.
La mejora de la organización en el Sistema Nacional de Salud para responder al reto de la cronicidad implica la adaptación y la optimización de los recursos ya disponibles, como el fortalecimiento de los equipos de Atención Primaria, que actúa como gestor y coordinador de casos.
Además, las personas sanas o con factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas deberán ser responsables de su propia salud y, como apoyo, recibir formación en actividades preventivas. Por otro lado, los pacientes con una enfermedad crónica deben recibir apoyo encaminado a la autogestión de su dolencia y, en aquellos de mayor complejidad y/o pluripatología, es necesaria una gestión integral del caso en su conjunto, con cuidados profesionales.
