El futuro de las pensiones es uno de los asuntos macroeconómicos y sociales que más debate genera. Los principales países desarrollados se enfrentan a importantes retos, fundamentalmente de carácter demográfico, que tienen impacto en sus sistemas de pensiones. Y en este último aspecto España es uno de los países que se enfrenta a más incertidumbres.
La última alarma procede de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que, en uno de sus últimos informes sobre el aumento de las desigualdades en la tercera edad, advierte que la irregularidad en las carreras profesionales, y por tanto en las cotizaciones, y el fuerte envejecimiento de la población ponen en peligro la suficiencia de las futuras pensiones de colectivos como el de las mujeres o el de los trabajadores de baja cualificación.
El estudio advierte que los niveles de desempleo son aún muy elevados en España, pese a la recuperación en el empleo de los años recientes. Y afecta con especial virulencia a los trabajadores que tienen un bajo nivel educativo, que registran tasas del 26% frente al 11% en el caso de los trabajadores que disponen de estudios superiores. En el caso de las mujeres esta brecha se ensancha hasta el 35%.
Otro problema del mercado laboral español es la exclusión del mercado laboral de trabajadores que se encuentran en los últimos años de vida profesional, aquellos que son precisamente más relevantes para el cálculo de la pensión de jubilación. Solo el 49% de los españoles entre 55 y 64 años cuenta con un empleo en España, frente al 59% de media que se registra en el conjunto de los países de la OCDE.
El problema del envejecimiento
Una población envejecida es todo un problema para un sistema de pensiones de reparto, como el de España, dado que supone un alto porcentaje de beneficiarios de pensiones respecto al grupo de población que contribuye al sistema, y que son los trabajadores en activo. Según la OCDE, “el rápido envejecimiento de la población española va a magnificar los problemas creados por unos ingresos insuficientes y una mayor desigualdad entre los futuros pensionistas”.
Estudios de este organismo avanzan que, para mediados de este siglo, España será el segundo país más envejecido del mundo, solo por detrás de Japón, y contará con 76 personas inactivas (de más de 65 años) por cada 100 personas en edad de trabajar. Esta magnitud se conoce como tasa de dependencia y en el año 2015 se situaba en niveles del 30%.
