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Las recomendaciones de la OCDE para el buen diseño de los planes de pensiones

Los planes de pensiones de aportación definida son un elemento esencial de los sistemas de pensiones de la mayoría de los países

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Las recomendaciones de la OCDE para el buen diseño de los planes de pensiones

© Vladislav Klapin - www.unsplash.com

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Con mayor o menor protagonismo dependiendo de cada país, los planes de pensiones privados de contribución definida son una parte fundamental del sistema de pensiones y de las rentas de muchos jubilados durante su retiro.

En general, los países mezclan sistemas de capitalización y sistemas de reparto, siendo el mis diferente en función de las latitudes. En países como Australia, Chile o México, el peso de la capitalización es muy importante. En países como España, la jubilación se financia casi exclusivamente con pensiones públicas de un sistema de reparto.

El Grupo de Trabajo en Pensiones Privadas de la OCDE trabaja con una hoja de ruta que pretende ayudar a los países a reforzar la adecuación de los ingresos en la jubilación en el marco de la contribución definida. Los planes de pensiones de contribución definida son aquellos en los que la cuantía de las aportaciones a realizar por el partícipe (y, en su caso, por el promotor) se encuentra previamente definida. Las prestaciones, por su parte, se cuantificarán en el momento en que tenga lugar la contingencia, en función de la capitalización de las aportaciones. En España, todos los planes del sistema individual pertenecen a esta modalidad.

En el marco de la presentación en Madrid del informe de la OCDE “Pensions at a Glance”, Pablo Antolín, Economista Senior y Jefe de la Unidad de Pensiones Privadas en la División de Asuntos Financieros, ha desarrollado la hoja de ruta de la OCDE para el buen diseño de los planes de pensiones de contribución definida en base a dos mensajes principales: Por un lado, conviene diversificar las fuentes de la financiación de la jubilación y no concentrarlo todo en un sistema, y por otro,  las pensiones de capitalización tienen el objetivo de complementar y en ningún caso de sustituir a los sistemas públicos de pensiones.

La hoja de ruta consta de diez recomendaciones, que analizamos a continuación:

1. Asegurar la coherencia interna entre las fases de acumulación y de pago y con el sistema global de pensiones en el diseño de los planes de pensiones de contribución definida.

El objetivo de ingresos en la jubilación, a través de planes de pensiones de contribución definida, debe ser determinado coherentemente con las prestaciones provistas por el resto de componentes del sistema de pensiones. Para ello deben ser correctamente cuantificados todos los posibles riesgos, como el nivel de desempleo o la evolución demográfica.

2. Promover la participación y un nivel de aportaciones adecuadas mantenidas durante largos periodos de tiempo.

A ello puede contribuir el sistema de auto afiliación que permita excluir voluntariamente a quien lo solicite, al tiempo que se establecen niveles de aportación adecuados. Por otro lado, se obtienen tasas adecuadas de sustitución en la jubilación cuanto más prolongado es el periodo en el que se han realizado aportaciones. No en todos los casos se opta por sistemas obligatorios, pese a que éstos obtienen mayores tasas de cobertura que los sistemas voluntarios o de auto afiliación.

3. Incentivas el ahorro para la jubilación, especialmente en sistemas con aportaciones voluntarias.

Por ejemplo, en España el ahorro adicional por ahorrar en productos fiscalmente incentivados (como planes de pensiones) es pequeño en comparación con hacerlo en otros productos sin incentivos en las aportaciones, teniendo en cuenta la fiscalidad de toda la vida del producto.

4. Promover instrumentos de ahorro de bajo coste para la jubilación.

Los reguladores deben asegurar que existen incentivos para mejorar la eficiencia y reducir costes en el sector de las pensiones y favorecer la asignación de proveedores de bajo coste, sobre todo en sistemas obligatorios o de auto afiliación.

5. Establecer estrategias apropiadas de inversión por defecto.

Esto está enfocado para personas que no pueden o no quieren elegir perfiles de inversión. Esto facilitaría que los ahorradores puedan posicionarse fácilmente en opciones adecuadas a sus necesidades y a su tolerancia al riesgo.

6. Considerar la inversión de ciclo de vida como opción por defecto para personas cercanas a su jubilación.

Esto protege a estos ahorradores de resultados negativos extremos en un momento especialmente vulnerable por su cercanía a la jubilación. La estrategia de ciclo de vida es un ejemplo de las inversiones por defecto que se analizan en el punto anterior.

7. Promover las rentas vitalicias como manera de evitar el riesgo de longevidad.

El riesgo de longevidad se refiere a la probabilidad de sobrevivir a los ahorros. Una buena estrategia consiste en una serie de cobros parciales en forma de capital en combinación con una renta vitalicia diferida comprada a la hora de jubilarse y que se empiece a percibir a una edad más avanzada, por ejemplo, a los 85 años. En general, los cobros en forma de capital deben ser desincentivados.

8. Promover la competencia en coste-eficiencia en el mercado de rentas vitalicias.

Diferentes proveedores pueden ofrecer diferentes fórmulas de riesgo compartido en la fase de pago que pueden contribuir a fortalecer la adecuación de la prestación y diversificar riesgos en los ingresos por jubilación. Debe promoverse la competencia de proveedores en el mercado de las rentas vitalicias para fomentar su desarrollo.

9. Desarrollar información apropiada e instrumentos de cobertura de riesgos para facilitar el tratamiento del riesgo de longevidad.

Para ello debe poder contarse con tablas de mortalidad fiables, que sean periódicamente actualizadas. Por otro lado, pueden promoverse en el mercado de capitales soluciones para la gestión del riesgo de longevidad, produciendo índices de longevidad estandarizados y accesibles. Otra recomendación sería desarrollar el mercado de bonos indexados a la longevidad.

10. Promover la comunicación al trabajador y abordar el problema de la falta de conocimiento financiero.

La comunicación incluye medidas como el envío de información individualizada y periódica, al estilo del “sobre naranja” sueco que no llegó a ponerse en marcha en España. La comunicación ideal combinaría en el mismo informe estimaciones sobre la pensión pública y privada en un lenguaje y estilo fácilmente comprensible.

Más Información:  Diez consejos de la OCDE para un buen diseño de los planes de pensiones

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