El modelo de Seguridad Social en España es principalmente contributivo, de modo que es precisa la cotización a dicho sistema para obtener la protección regulada para cada situación de necesidad. La afiliación es obligatoria y única para la vida de la persona y para todo el sistema, mientras que el alta debe solicitarse cada vez que se realiza una actividad laboral y en un régimen concreto. Desde ese momento, la cotización es obligatoria hasta el cese de dicha actividad.
El sistema se apoya en varios principios:
- Principio de reparto: las cotizaciones de los trabajadores en activo financian las prestaciones existentes en ese momento.
- Principio de proporcionalidad contributiva: la prestación será proporcional a las cantidades aportadas al sistema público, así como a la duración de la cotización a lo largo de toda la vida laboral.
- Principio de universalidad: quien no haya contribuido con sus aportaciones, también podrá tener derecho a ciertas prestaciones no contributivas con el fin de atender las necesidades más básicas.
- Principio de gestión pública: El sistema de la Seguridad Social está financiado y gestionados por entidades públicas.
- Principio de suficiencia de prestaciones: Los beneficios, tanto contributivos como no contributivos, deben ser suficientes para asegurar la resolución adecuada de las situaciones de necesidad protegidas.
Por tanto, un trabajador va realizando contribuciones al sistema mediante sus cotizaciones, que en momento presente se dedican a abordar las pensiones de los jubilados existentes, y que en el futuro determinarán, en función de su cuantía y el periodo de tiempo en que se hayan realizado, la cuantía de la pensión que le corresponde.
En relación especialmente al segundo de los principios, cabe preguntarse si hay verdadera proporcionalidad entre lo cotizado y lo posteriormente percibido. ¿Pagamos más de lo que recibimos o recibimos más de lo que pagamos? Según la IV encuesta BBVA sobre las pensiones y los hábitos de ahorro, casi tres de cada cuatro españoles creen que perciben menos pensión de lo que cotizaron como trabajadores. ¿Es cierta esta aseveración?
Según datos de la Calculadora de Pensión Pública, basada en información de Analistas Financieros Internacionales (AFI), un trabajador de 30 años que percibe un sueldo anual de 25.000 euros aportaría vía cotizaciones a la Seguridad Social un total de 275.934 euros (sumando aportación de empresa y de trabajador), y percibiría pensión, contando con alcanzar la esperanza de vida correspondiente, por valor de 406.456 euros. Si solo tenemos en cuenta las aportaciones del trabajador (45.826 euros) el contraste resulta mucho más evidente.
Por tanto, la pensión de jubilación en España es una inversión rentable para el cotizante.
