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Principales errores de los ahorradores y cómo corregirlos

Toma nota de los errores más frecuentes en el proceso de ahorro y no caigas en ellos

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Principales errores de los ahorradores y cómo corregirlos

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El ahorro es una práctica cuyos beneficios están más que demostrados: tranquilidad ante imprevistos, complemento de la futura pensión pública, ayuda para los hijos o simplemente permitirse un capricho de vez en cuando. Son muchas las razones que lo avalan.

Sobre las costumbres de ahorro de los españoles hemos conocido muchos detalles gracias a las encuestas BBVA sobre pensiones y hábitos de ahorro pero, ¿cuáles son los principales errores que cometen los ahorradores?

No pararse a pensar para qué se quiere ahorrar

Parece algo de gran obviedad, pero mucha gente se pone a acumular dinero sin pensar para qué necesita realmente ahorrar. Es esencial establecer un plan de ahorro que comience con la identificación del objetivo de ahorro. No será lo mismo ahorrar para nuestra jubilación (objetivo a muy largo plazo), que ahorrar para renovar nuestro coche cada, por ejemplo, 8 años.

Ignorar su propio perfil de riesgo

Si preguntamos a cualquier ahorrador cuál es su principal objetivo en el proceso de acumular e invertir ese capital, probablemente nos conteste que sea el de maximizar la rentabilidad, es decir, ganar el máximo dinero posible.

Este es un objetivo muy legítimo y deseable, pero es esencial comprender que la rentabilidad va inevitablemente ligada al riesgo, de tal forma que para obtener mayor rentabilidad, vamos a tener que incurrir en un mayor riesgo.

¿Cuál es el riesgo en el que puede incurrir cada ahorrador? Depende de sus circunstancias y de su objetivo de ahorro. El horizonte temporal hasta el objetivo de ahorro (jubilación, compra de vivienda, la boda de un hijo) juega un papel fundamental. Cuánto más cerca esté este objetivo para el que ahorramos, menos riesgo debemos asumir, pues el margen de maniobra para recuperarse es muy reducido.

Es importante definir el horizonte temporal de nuestra inversión y ajustar en todo momento el perfil de nuestro ahorro al mismo, siendo coherentes con dicho perfil y evitando tomar decisiones emocionales, que nos terminan llevando a una mentalidad inversora cortoplacista.

Si ahorramos para la jubilación, podemos y debemos ser “decididos” en nuestra treintena, pues el horizonte temporal hasta los 67 años es muy dilatado y es en un perfil “decidido” donde vamos a maximizar nuestro ahorro. A medida que la jubilación esté más cerca, debemos posicionar el ahorro de forma más conservadora, pues el objetivo deberá ser preservar el capital pese a aspirar a rentabilidades más modestas.

Elegir productos en función de su rentabilidad pasada

Uno de los principales principios en el mundo del ahorro y la inversión es que “rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras”. Esto puede no ser relevante en productos como un depósito, en el que la rentabilidad está fijada de antemano, pero es importante en productos de inversión como planes de pensiones o fondos de inversión.

Una buena rentabilidad pasada sostenida en el tiempo puede ser indicador de que nos encontremos ante un producto bien gestionado, pero de ninguna manera va a ser garantía de lo que ese producto pueda ofrecer en el futuro. Tampoco puede un inversor conservador ignorar su perfil de riesgo tentado por productos que han ofrecido buena rentabilidad pero se alejan de su perfil inversor recomendado, porque estará incurriendo en riesgos no aptos para sus circunstancias.

No preocuparse por la liquidez de los productos en los que ahorran

La liquidez es la capacidad de convertir un producto de ahorro en dinero efectivo de forma rápida y sin costes. Si nuestro objetivo de ahorro se fija en el largo plazo, puede no ser un inconveniente ahorrar en un producto con un plazo de vencimiento de 5 años. Pero, ¿y si nuestro objetivo de ahorro es renovar el coche dentro de dos años?

No considerar la fiscalidad de los productos

La factura fiscal es algo que se olvida frecuentemente a la hora de invertir o desinvertir. La rentabilidad final es la rentabilidad financiero-fiscal, es decir, la rentabilidad cumplidas todas las obligaciones tributarias. Y puede variar mucho si no la consideramos con anticipación.

Por ejemplo, ¿por qué no aprovechar las ventajas fiscales en la aportación de los planes de pensiones si estamos ahorrando para nuestra jubilación? Otro ejemplo es evitar los rescates en forma de capital de planes de pensiones en la medida de lo posible, especialmente si nuestra base de cotización es ya de por sí elevada.

Tanto si eres ahorrador como si te planteas tus primeros pasos en el ahorro, toma nota de estos consejos y recuerda las claves del éxito: planificación, constancia y asesoramiento especializado para todos aquellos temas en los que se te planteen dudas.  

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