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¿Te duele más perder 20 euros que lo que te alegra encontrar 50? sesgos que nos condicionan cuando invertimos

Las personas estamos condicionados por una serie de sesgos, que hacen que nuestras decisiones se basen en la emoción, en lugar de en un proceso racional de toma de decisiones. Entre esos sesgos se encuentran la aversión a las perdidas, el exceso de confianza y la ilusión de que lo tenemos todo bajo control.

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¿Te duele más perder 20 euros que lo que te alegra encontrar 50? sesgos que nos condicionan cuando invertimos

@e_sykes - www.unsplash.com

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Estos sesgos han sido estudiados por las finanzas conductuales, que es una rama de la Economía del Comportamiento. La ciencia de la Economía del Comportamiento (en inglés, Behavioral Economics) estudia cómo los factores psicológicos, sociales o cognitivos afectan las decisiones económicas de las personas, buscando explicar por qué las personas muchas veces tomamos decisiones alejándonos de lo racional.

Las finanzas conductuales nos muestran que las personas somos mucho menos racionales de lo que creemos.  Estamos condicionados por sesgos inconscientes y utilizamos atajos para adoptarlas distintas decisiones a las que nos enfrentamos cada día.

Entre los sesgos emocionales que más nos condicionan a las personas a la hora de invertir están los tres que tratamos en este artículo: la aversión a las perdidas, el exceso de confianza y la ilusión de control.

El miedo o aversión a las perdidas

Este sesgo de aversión a las perdidas consiste en la tendencia de las personas a tener más en cuenta una pérdida que una ganancia de la misma magnitud. A igualdad de importes, sentimos las pérdidas como más grandes que las ganancias.

Los profesores David Kahneman y Amos Tversky, en su experimento “La formulación de las decisiones y la psicología de la elección”, concluyeron que una pérdida nos duele 2,5 veces más que el disfrute que experimentamos por una ganancia equivalente. A las personas nos gusta ganar, pero ni mucho menos tanto como lo que nos molesta perder.


Un ejemplo:

nos molestará más encontrar la misma prenda que acabamos de comprar en otro comercio a un precio más rebajado que al precio que la hemos adquirido, que encontrarnos con una ganga sobre otro producto que necesitábamos comprar.

Los ahorradores-inversores que muestran este tipo de comportamiento, valoran más el dinero que se han gastado en el pasado que el dinero que se gastan en el futuro para recuperar la inversión.

La principal consecuencia de este sesgo de aversión a las perdidas es que el inversor tiende a adoptar un perfil excesivamente conservador para evitar pérdidas, lo que le lleva a incurrir en un coste de oportunidad y en la posibilidad de no alcanzar sus metas financieras. Por ejemplo, invirtiendo su dinero en cuentas corrientes, depósitos o incluso en fondos de inversión excesivamente conservadores para el horizonte temporal para el que invierte.

El efecto reflejo y efecto dotación son variantes del sesgo de aversión a las perdidas

 El sesgo de efecto reflejo implica que arriesgaremos más para recuperar un dinero que hemos perdido que para ganar de nuevo esa misma cantidad de dinero. Debido al efecto dotación, valoramos más algo que ya es nuestro, por encima incluso de su valor o precio real.

Las consecuencias del efecto reflejo y del efecto dotación son las siguientes:

  • No seguir uno de los principios de la inversión: el de dejar crecer las ganancias y cortar las pérdidas, y el de no vender mientras una acción está subiendo, pero hacerlo rápidamente cuando cae, asumiendo las pérdidas una vez estas superan cierto umbral.

  • Errores comunes en el inversor no profesional que invierte directamente en activos (como acciones): aguantará una acción con pérdidas con la esperanza de que se recupere antes de asumir su error. Es decir, antes de reconocer la pérdida.

¿Cuántas veces hemos escuchado decir la frase “si no vendo, no realizo perdidas”?

El exceso de confianza: ¿Te crees que conduces mejor que los demás?

Tendemos a sobrevalorar nuestra capacidad para razonar y hacer predicciones, lo que nos lleva a creer que tenemos más conocimientos o información que el resto de personas para tomar las decisiones con más exactitud. En el caso de hacer predicciones, creemos que la probabilidad de fracaso es menor que la que verdaderamente existe, y damos más probabilidades a acertar de la que realmente correspondería.


También a la hora de invertir, tendemos a infravalorar los riesgos de nuestras decisiones financieras y a sobreestimar las ganancias que esperamos.

En este sentido, internet ha jugado papel importante en el aumento de la confianza en la toma de decisiones, debido a la gran cantidad de información accesible en esa red.  El fácil acceso online a recomendaciones de expertos, nos puede conducir a pensar que tenemos toda la información necesaria para tomar decisiones. No obstante, algunos estudios académicos han mostrado que, con internet, aunque se mejora la cultura financiera, también aumenta el sesgo de exceso de confianza llevando al inversor a tomar ciertas decisiones financieras sin los conocimientos necesarios.

El caso de las criptomonedas está siendo un ejemplo de sesgo de exceso de confianza y sus consecuencias, especialmente entre muchos jóvenes.

La ilusión de control

El sesgo de ilusión de control es la tendencia que tenemos las personas de creer que podemos controlar o influir en resultados, en los que realmente no tenemos ninguna influencia.

Este sesgo aparece con frecuencia en el juego de azar, en relación a aquellas situaciones que el propio jugador no puede controlar, pero que piensa que tiene control sobre la situación y que podrá ganar más dinero si se lo propone, como si dependiera de él cuando en realidad todo es azar y suerte.

La ilusión de control favorece que el jugador siga jugando a pesar del perjuicio que esto está provocando. El jugador “cree que puede controlar el azar” y por tanto los resultados.

Este sesgo es muy habitual en inversiones y está muy vinculado al exceso de confianza

Cómo afectan la ilusión de control y el exceso de confianza en materia de inversiones

Estos sesgos hacen creer al inversor que cuentan con unas capacidades y un margen de maniobra con el que realmente no cuenta, para llevarlo a incurrir en riesgos potencialmente peligrosos.

Los errores más comunes que provoca, a la hora de invertir, el sesgo de exceso de confianza son la infravaloración de los riesgos, el no diversificar nuestra cartera, así como realizar demasiadas operaciones de compraventa de valores, incurriendo en altos costes de transacción que reducen la rentabilidad. Los inversores que realizan demasiadas operaciones tienden a obtener retornos significativamente inferiores a los del mercado.

La ilusión de control también suele llevar a asumir riesgos superiores a los recomendables basándose en la creencia de la fortaleza del análisis propio: el inversor está lleno de confianza y cree acertadas sus decisiones, lo que le lleva a tomar decisiones más arriesgadas. Conduce en ocasiones a que el inversor no diversifique lo suficiente su cartera, lo que puede hacerle incurrir en pérdidas.


Para evitar caer en las consecuencias negativas de estos dos sesgos de ilusión de control y exceso de confianza, una solución sería recurrir a asesoramiento especializado y a una buena diversificación con una correcta selección de activos, por ejemplo, poniendo la inversión de nuestro ahorro en manos de entidades gestoras expertas, a través de instituciones de inversión colectiva como, por ejemplo, fondos de inversión.

 

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