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Tres factores que hay que tener en cuenta para elegir un producto de ahorro

Rentabilidad-riesgo, liquidez y fiscalidad. Tres elementos decisivos a la hora de valorar opciones de ahorro

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Tres factores que hay que tener en cuenta para elegir un producto de ahorro

© Joseph Sohm - www.shutterstock.com/es

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El abanico de productos de ahorro es muy extenso y esto es sin duda una buena noticia para el ahorrador, que podrá encontrar soluciones ajustadas a su objetivo de ahorro y sus necesidades. Algunos de estos productos están específicamente diseñados como vehículos de ahorro previsional al largo plazo (como planes de pensiones, planes de previsión asegurados, entidades de previsión social voluntaria) y otros responden a un perfil de ahorro más genérico, aunque muchas veces también se convierten en vehículos de ahorro a largo plazo, como fondos de inversión o acciones.

Con independencia del tipo de producto que estemos considerando para canalizar nuestro ahorro, existen una serie de factores que debemos analizar para determinar la conveniencia de uno u otro. Es un análisis que además hay que realizar recurrentemente, pues aquello que puede ser adecuado en un momento y unas circunstancias determinadas, puede no serlo en otro entorno o fecha.

El binomio rentabilidad-riesgo

Aunque se trata de dos conceptos distintos, rentabilidad y riesgo, lo cierto es que en el marco del ahorro y la inversión forman un binomio inseparable, ya que no se puede entender el uno sin el otro.

La rentabilidad es el beneficio obtenido de una inversión o ahorro, y puede expresarse en términos absolutos o porcentuales. Por ejemplo, si realizo una inversión de 1.000 euros y de la misma recupero 1.100, la rentabilidad será de 100 euros en términos absolutos y de un 10% en términos porcentuales.

El riesgo podríamos definirlo como la probabilidad de obtener resultados adversos, es decir, que no se alcance la rentabilidad esperada o que la inversión genere pérdidas.

Lo esencial en torno a este binomio es comprender que la rentabilidad y el riesgo están directamente relacionados, es decir, todo incremento en la rentabilidad que pretenda, llevará aparejado un incremento del riesgo a asumir.

¿Cuánto riesgo puedo asumir? Dependerá de diversos factores, como por ejemplo si se trata de una inversión que supone un elevado porcentaje de mi patrimonio o una pequeña parte (en el primer caso no podré asumir mucho riesgo) o si dispongo de un amplio o estrecho margen temporal hasta que vaya a necesitar recuperar el capital invertido (en el primer caso podré asumir un mayor nivel de riesgo).

Lo ideal será determinar el nivel de riesgo que se puede asumir y decantarse por la opción que, a igualdad de riesgo asumido, ofrezca un mayor retorno.

La liquidez

La liquidez es la propiedad que tienen los productos financieros y de ahorro, que define la facilidad y rapidez para convertirlos en dinero. Cuanto más líquido es un producto, mayor facilidad tiene para deshacerlo y recuperar el dinero.

El nivel de liquidez de un producto de ahorro dependerá del objetivo de ahorro al que esté orientado. En algunos casos una elevada liquidez no será algo prioritario, pero en otros casos puede ser el factor clave para decantarnos por un producto u otro.

Por ejemplo, los planes de pensiones son unos productos en los que la liquidez está restringida. A cambio, ofrecen interesantes desgravaciones fiscales en el momento de realizar las aportaciones. Dado que son productos cuyo objetivo de ahorro está muy definido y además orientado al largo plazo, esa menor liquidez será tolerable por los partícipes de estos productos.

Si pensamos en el ejemplo de una persona que posee un capital y desea invertirlo temporalmente mientras encuentra la casa de sus sueños, podemos imaginar que ahora la liquidez es un factor clave: no se sabe cuándo llegará el momento de realizar el desembolso, por lo que es importante que se pueda disponer del dinero con inmediatez. Un fondo de inversión, producto de elevada liquidez, sería una opción razonable en este caso.

La fiscalidad

Las operaciones de ahorro están sujetas a gravamen fiscal. La fiscalidad, junto con la rentabilidad, determinarán la rentabilidad final para el ahorrador, lo que se denomina rentabilidad financiero-fiscal, que no es otra cosa que la rentabilidad de una inversión una vez descontadas las obligaciones tributarias.

Para determinar la opción más razonable en términos fiscales para un ahorrador, se deberá analizar su situación personal y el objetivo de su ahorro. Por ejemplo, hay productos como los planes de pensiones que permiten un ahorro fiscal año a año por los importes aportados hasta un límite y que generan un impacto fiscal diferente en función de la forma en que se rescaten. Otros productos como los PIAS permiten reducir el importe sujeto a gravamen en función de la edad del asegurado. Y existen productos como los fondos de inversión, que permiten el traspaso del ahorro entre ellos sin impacto fiscal, que quedará diferido al momento en que se recupere el ahorro definitivamente.

En caso de duda es siempre recomendable solicitar asesoramiento especializado.  

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09 de julio de 2019

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