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La inflación o por qué es necesario asumir riesgos en el ahorro cuando se puede

Hay que dosificar la “lucha” contra la inflación: Realizar esfuerzos cuando tenemos margen temporal y eludirlos cuando estamos cerca del objetivo

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La inflación o por qué es necesario asumir riesgos en el ahorro cuando se puede

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Existen diversos factores que deben ser tenidos en cuenta en todo proceso de ahorro o planificación financiera si queremos mantenernos dentro de nuestro objetivo. Entre estos factores se encuentran dos que frecuentemente son subestimados y que acaban teniendo un notable impacto sobre el resultado de un proceso de ahorro:

  • Fiscalidad: Es importante tener en cuenta qué opciones de ahorro optimizan en nuestro caso particular lo que se denomina la rentabilidad financiero-fiscal, es decir, la rentabilidad neta de toda obligación tributaria.
  • Inflación: Se le conoce como “enemigo silencioso”, puesto que puede ir mermando el nivel adquisitivo de nuestro ahorro si no la tomamos en consideración y actuamos correctamente.

¿Qué es la inflación?

La inflación se define como el aumento general y continuado de los precios que tiene lugar en una economía durante los últimos 12 meses. El resultado inmediato de la inflación es que nuestro dinero vale menos, es decir, una misma cantidad de dinero puede adquirir menos bienes y servicios.

El principal indicador de la inflación en España es el Índice de Precios al Consumo (IPC), que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), y que mide la evolución de los precios de los bienes y servicios que consume la población residente en viviendas familiares en España.

Los niveles de inflación de los años recientes han sido excepcionalmente bajos, no solo en España, sino en los países del entorno de la Eurozona, fruto de una política de tipos de interés históricamente reducidos por parte del Banco Central Europeo (BCE). En 2017 sin embargo, la inflación se situó en el 1,6%, niveles más próximos a los objetivos del BCE, que aspira a mantener la inflación en el entorno del 2%.

En general, en épocas de crecimiento se suele registrar una inflación elevada y en épocas de recesión una inflación por debajo del objetivo, aunque esta relación no tiene por qué cumplirse siempre.

La inflación y el ahorro

La inflación podría ser considerada como “enemiga” de nuestro ahorro, dado que mermará la capacidad adquisitiva del mismo. Si los bienes y servicios valen más, podremos adquirirlos en menor cuantía.

Para evitar que la inflación interfiera en nuestros planes, es necesario evitar que nuestro ahorro se encuentre inactivo y deberemos tratar siempre que su rendimiento iguale o exceda la tasa de inflación. De otro modo, nuestro ahorro se estará “desinflando” y parte de nuestro esfuerzo ahorrador será en balde.

Ahorrando para la jubilación

El ahorro para la jubilación es un proceso que, si se inicia en el momento adecuado, puede dilatarse décadas. En un periodo tan largo, pasaremos por periodos de inflación de diferente calibre. Seguramente se vayan sucediendo periodos de inflación elevada y periodos de inflación moderada, que determinarán una inflación anual media del periodo determinada. Imaginemos que al final del proceso de ahorro la inflación ha arrojado una tasa anual media del 2%, en línea con los deseos del BCE.

Dado que a lo largo del proceso de ahorro nuestro perfil inversor irá variando, no podremos hacer frente a la inflación de la misma forma a lo largo de los años, por lo que tendremos que ir modificando nuestra estrategia contra la jubilación.

Cuando nos encontramos temporalmente alejados de la jubilación, momento en el que tenemos un amplio margen de maniobra en el sentido amplio de la palabra, podemos y debemos situarnos en un perfil inversor “decidido”. Asumimos ciertos riesgos buscando una mayor rentabilidad. Buscamos superar ampliamente la inflación.

Como quiera que que cuando nos acercamos a la jubilación ese margen de maniobra va siendo menor, nuestra capacidad de buscar una rentabilidad adicional va disminuyendo. Nuestras posibilidades de batir holgadamente a la inflación son cada vez menores.

En los años previos a la jubilación, en los que siempre es esencial comprender que el objetivo es evitar riesgos para preservar el capital, seguramente podamos hacer poco para batir a la inflación. Es más, seguramente nos podamos encontrar con periodos en los que la rentabilidad de nuestro ahorro es inferior a la inflación.

Por tanto, es muy importante analizar con perspectiva el largo proceso de ahorro para la jubilación: hagamos esfuerzos y asumamos riesgos cuando el margen de maniobra lo permite para poder dejar de asumirlos cuando la proximidad a la jubilación lo desaconseja.  

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